La majestuosa zona de Nikko tiene su origen en una erupción del monte Nantai que tuvo lugar hace unos 20.000 años. La lava taponó el valle, formando el lago Chuzenji. La cadena montañosa de Nikko que rodea el lago, con elevaciones que alcanzan los 2.000 metros, ha sido objeto de veneración a lo largo de más de 1.200 años, como lugar de culto a las montañas sagradas creadas por los dioses.
“Construid un pequeño santuario en las montañas de Nikko para que sea mi última morada”. Hace unos 400 años, el shogún que inició el Shogunato de Edo, Tokugawa Ieyasu (1542-1616), eligió Nikko como lugar para su eterno descanso. Ieyasu nunca había estado en Nikko en vida, pero debió sentirse atraído por la zona, como el lugar en el que los dioses se daban cita. Las personas que construyeron los templos y santuarios, tales como el Santuario de Tosho-gu (Patrimonio de la Humanidad), donde descansa el alma de Ieyasu, se establecieron en Nikko, lo que llevó con el tiempo al desarrollo de una cultura propia del lugar. Numerosos templos y santuarios se conservan hoy día, y todavía perduran las creencias religiosas de veneración a las montañas. Muchas personas vienen a la zona con la esperanza de poder tener un encuentro con la divinidad.